BALÓN CUADRADO/Agencias
Jesús Yáñez Orozco
Ciudad de México.– La mayoría de la población del planeta descree de la terapia psicológica. Porque se asocia, consciente o inconscientemente, con locura. Por ejemplo, sufría ideación suicidad el nadador Michael Phelps, ganador de 23 medallas de oro en Juegos Olímpicos. Naomi Osaka, una de las mejores tenistas de la actualidad, por salud mental, decidió abandonar su participación en un torneo de tenis. Algo similar sucedió con la gimnasta Simon Beils, uno de los principales atractivos atléticos, en Tokio 2020.
Y provocó que descendiera considerablemente el rating global de la justa en televisión, durante la pasada justa veraniega.
Cada vez prima más el trabajo de la sicología del deporte en las competencias de élite mundial.
Importa cómo tienen amueblado el pensamiento los deportistas para enfrentar la presión interna –la propia y la familia– y externa –patrocinios, medios de comunicación, prensa, aficionados, redes sociales–.
Y que suele convertirse en una pesada losa.
“Y que puede llevar al extremo de tener pensamientos suicidas entre los deportistas”, alertó el propio Phelps.
Caso mexicano
Confiesa la vulnerabilidad emocional de un atleta el boxeador mexicano Rogelio Romero. Sobre todo, las sensaciones que padeció después de su derrota en los cuartos de final en los Juegos Olímpicos de Tokio:
“Yo bajé muy triste del resultado de la segunda pelea que perdí. Se me vinieron a la mente todos los momentos que pasé, todos los entrenamientos, todo el tiempo que falté con mis niñas”.
Explica:
“Mi entrenador me dijo que no me ‘apachurrara’, que le echara para adelante. En realidad no tuvimos el apoyo necesario para lograr algo muy grande”.
Aunque Rogelio es un deportista que nunca se ha dejado ayudar por un psicólogo, sus emociones son compartidas con muchos de los atletas olímpicos.
La psicóloga del deporte, Jimena González, explica que después de un gran evento mundial “es natural” que se presente una mini-depresión:
“Esta depresión se da porque pelearon mucho por un evento, por un resultado –ganar– y este viene a su fin y ni siquiera gradualmente, sino que simplemente se acaba esta meta por la cual luchar”.
Tienen, analiza, “un gran vacío” porque también se acaba la temporada, no tienen por qué presentarse a entrenar al otro día.
“Muchos de ellos no tienen idea de qué hacer con ese descanso (…) y es mucha toma de decisiones: si continuar o no en el deporte, si se van a arriesgar o qué van a hacer con su vida personal”, diagnostica.
La terapia psicológica continúa después de los Juegos Olímpicos. Sin embargo, los especialistas deben buscar dejar de lado el deporte y centrarse más en la vida personal de los atletas.
“Lo primero que se debe de hacer es decirles que se merecen un descanso mental en cuestión de rendimiento, que ya no piensen en su deporte ahorita, no hay nada en la agenda, que traten de despejarse de lo que es el deporte”, explica.
Durante este proceso transitorio, añade, “las sesiones de psicología no acaban. Hay que saber qué se va a hacer con esa parte. Es un trabajo preventivo para que no la pases tan mal”.
Subraya:
“Es estar haciendo un check up con ellos de cómo están, cómo van. Qué han pensado. Cómo están procesando todo lo que acaba de pasar, no solamente en los Juegos, sino en los últimos cuatro años”.
Demonio, redes sociales
“No, no vamos a pasear. No, no somos mediocres. Vamos a COMPETIR, a buscar medallas, por muchas razones a veces no se logra. Pero les aseguro que todos los mexicanos representando al país buscamos estar en el podio y morimos en la raya, cancha, alberca para seguir esa excelencia”, escribió en redes sociales la velocista Paola Morán después de que concluyó su participación en los Juegos Olímpicos.
Y criticó:
“Que muchos ni siquiera quieren buscar a nivel personal”.
Otro fenómeno con el que deben lidiar los deportistas es la crítica en las redes sociales. Lo que algunos llaman en internet “dictadura perfecta de la sinrazón”.
Anteriormente, los psicólogos le solicitaban a los atletas que no llevaran su celular o que no hicieran caso a las redes sociales. Pero esto es cada vez menos posible “porque ya lo traen muy integrado”, agrega González.
En cambio, desde que los atletas están comenzando a ser el foco de atención, previo a sus viajes, los psicólogos intervienen de manera preventiva, explicándoles los escenarios posibles.
“Vas a estar en boca de todos y no todos tienen razón. Entonces van a tener que elegir sus batallas”, asevera la especialista.
También, aclara, hay quienes pueden estar al tanto de las críticas sin que esto le genere problemas.
Las mismas redes sociales también han procurado el bienestar de los atletas. Previo a los Juegos Olímpicos, Facebook reforzó sus estrategias de seguridad para proteger a los deportistas de Tokio de la violencia en sus aplicaciones.
“Lo cual significa movernos más rápido para eliminar contenido que viola nuestras Normas Comunitarias y equiparlos con herramientas para mantenerlos seguros”, explica la empresa.
Durante los Juegos Olímpicos y Paralímpicos –que están por arrancar–, Facebook lanzó nuevas notificaciones en Instagram al inicio del Feed de los atletas para que aprendieran a adoptar y usar diversas funciones de seguridad, como la autenticación en dos pasos y los controles de comentarios y mensajes.
La red social compartió actualizaciones buscando eliminar el discurso de odio que se presenta en sus plataformas a través de Inteligencia Artificial, la cual identifica y filtra automáticamente los comentarios de las personas que no se encuentran en la lista de seguidores del atleta en cuestión y que pueden ser ofensivos o intimidatorios.
También se implementaron controles que les permitieron limitar quiénes pueden mandarles Mensajes Directos y nuevas funciones que filtran automáticamente las solicitudes de mensajes que contienen palabras ofensivas, frases y emojis, para que los atletas no tengan que verlos.
Para esto, Facebook trabaja con organizaciones líderes en no discriminación y no intimidación para desarrollar una lista predeterminada de términos ofensivos, los atletas también tienen la opción de crear su lista personalizada.
(Con información del diario El Economista)