Laura Castillo García
Poseedor de una sensibilidad excepcional, Víctor Puebla (Víctor Manuel Torres Jiménez, 1955-2007) fue un reconocido actor y director de teatro, quien desarrolló su talento en su natal Puebla, pero llegó a escenarios nacionales gracias al Movimiento Antorchista Nacional, en donde militó desde el año 1994 hasta su fallecimiento.
En 1992 conocí al exitoso director poblano, quien ya era conocido ampliamente en la comunidad cultural del estado de Puebla por su trayectoria teatral profesional, a la cual llegó luego de su incursión en el teatro universitario al que -junto con el también actor y director, Marko Castillo- revitalizó con obras tales comoVoces en el Umbral, de Víctor Rascón Banda; La Casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca, y El Monje, del poblano Juan Tovar.
Con gran entusiasmo, a principio de la década de los 90, Víctor Puebla echaba a andar un nuevo proyecto teatral pero, a diferencia de sus anteriores trabajos, ahora lo emprendía con siete jóvenes que practicaban teatro por puro gusto; no eran actores profesionales ni de teatro universitario. No obstante, estaban comprometidos con el teatro clásico de Moliére, Shakespeare, Brecht, Cervantes y otros genios de las letras, por estar convencidos que el teatro elevaría la cultura y conciencia de los trabajadores, lo que coadyuvaría al cambio social en el país.
Luego que Víctor vio las puestas en escena con las que esos siete activistas participaron en la jornada teatral de la Espartaqueada Cultural que ese año organizó Antorcha, Víctor los seleccionó para formar la primera compañía de teatro del Movimiento Antorchista Nacional, con quien recientemente había entablado contacto.
Se trataba de siete activistas antorchistas provenientes de Michoacán (una), Distrito Federal (tres) y Puebla (tres). Siete en total, a quienes no solo les transmitió sus conocimientos y experiencia, sino que les dio cariño de hermano mayor: los aconsejó, los protegió, les enseñó a comprender a los dramaturgos más grandes de la historia de la humanidad y, lo más importante, por su don de gentes y posterior militancia antorchista, los hizo sus amigos y compañeros de toda la vida.
Cuando Víctor conoció al antorchismo por lo que él mismo observó, se identificó profundamente con Antorcha y su línea cultural y decidió militar en sus filas. Por convicción propia, no montaba obras intrascendentes que solo entretienen a la gente. No, Víctor Puebla nunca ocupó un puesto en la industria del entretenimiento; él siempre buscó obras de teatro con mensajes profundos a fin de que los espectadores salieran del teatro enriquecidos; es decir, siendo otros por la reflexión o la catarsis que experimentaban, sobre todo, aquellos que nunca habían visto un montaje teatral por no tener las posibilidades económicas para comprar un boleto que, por muy barato que fuera, era absolutamente inaccesible para los sectores más desprotegidos.
Así, armado de la filosofía antorchista, Víctor Puebla decidió hacer teatro para el pueblo y lo llevó a los rincones más inhóspitos de México; con ello, encontró el equilibrio entre cultura, arte y pueblo, y llevó a la práctica su viejo anhelo de que el arte no fuera privativo de los sectores más pudientes, sino que llegara al sector del que él había salido, al sector popular.
Víctor era un admirador del teatro clásico: en especial la crítica social que Jean Baptiste Moliére realizaba; por ello, a sus alumnos también les enseñó a comprender y a enamorarse del teatro clásico que siempre transmite grandes pensamientos acerca de la problemática social; por eso, el teatro que hacen los grupos de Antorcha es un teatro de crítica social, alejado completamente del teatro ligero, comercialón que busca la risa fácil a través de albures y majaderías, pues Antorcha busca el aculturamiento del espectador, pero también del actor, del artista para que éstos no se sientan seres humanos especiales, sino que se conviertan en artistas revolucionarios que entreguen su arte al pueblo.
En ese sentido, Víctor Puebla era un hombre que educaba con el ejemplo, que iba más allá del compromiso artístico, pues su compromiso político con los mexicanos lo llevó a ser un militante que esperaba una vida más digna para los mexicanos, como lo demostraron no solo sus puestas en escena, sino los artículos que cada ocho días escribía para una reconocida revista nacional, buzos de la noticia, en los que dejó huella de su pensamiento revolucionario. Salud, Víctor Puebla, a diez años de tu muerte, los antorchistas del país te rendimos sentido homenaje con el primer Festival de Teatro Víctor Puebla, que se realizará en tu ciudad natal, del 27 al 30 de julio de este año, en cinco teatros de la ciudad de Puebla: Teatro Principal, Teatro de la Ciudad, Zócalo de la Ciudad de Puebla, el Complejo Cultural Universitario y la Fonda Margarita.
Las puestas en escena que podrán disfrutar los espectadores son Edipo Rey de Sófocles, La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca y cuatro obras escritas por el gran Víctor, algunas junto con Marko Castillo: Divertimento poblano, La Poblanía de los Ángeles, Chava, ese chavo al que salvó Salvador (Chava Flores) y Mexicanerías.
Laura Castillo García
Vocera del Movimiento Antorchista en el Estado de México