Un particular testigo de reunión oficial binacional
Era el 1 de septiembre de 2006, escenario, Zócalo de la Ciudad de México. Había perdido la elección presidencial (haiga sido como haiga sido) contra el panista Felipe Calderón. El IFE y el TEPJF validaron la elección y aunque por magro porcentaje de diferencia, Andrés Manuel López Obrador fue derrotado.
La Plaza Mayor del país estaba abarrotada de perredistas inconformes, molestos, incrédulos. Arriba, en el templete, encabronado, histérico, iracundo El Peje vociferaba contra todo lo que era oficial, gobierno, autoridades electorales, PRI, Gobernación.
Arengaba a sus huestes como ha sido siempre su estilo, a insultar, denostar, manipular, enardecer multitudes para, casi, casi lanzar una revolución en contra de todos que no estuvieran con él. Incluso arremetió contra la Prensa a quien calificó como vendida, oficialista, embustera. Era un sujeto irracional (siempre lo ha sido… más ahí), pero sus cortesanos lo impulsaban a seguir increpando a las autoridades. El desquiciamiento era total.
Ante sus fans, también irracionales, pronunció la frase que luego repetiría infinidad de veces en sus actos politiqueros sin ser procesos electorales, que le permitió dar hasta tres veces la vuelta al país (pagado quien sabe por quién) desacreditando el sexenio de Calderón Hinojosa, pero maquinando cómo buscar por tercera vez la candidatura presidencial… y dio en el blanco.
Enfrentó a las tribus perredistas para que hubiese desbandadas, enconos y traiciones (fiel a su estilo de vida); renunció a su militancia en el Sol Azteca, junto con él sus titerillos actuales, y formó su negocio familiar, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
Pero ese 1 de septiembre del 2006, ya encarrerado e idolatrado por sus acarreados pronunció: “que se vayan al diablo con sus instituciones” en abierto rencor contra la Presidencia de la República, el IFE, el TEPJF, la Secretaría de Gobernación, el PRI, la Fepade, etc. a las que calificó de fascistas.
El hombre iracundo, fuera de sí, agresivo ofreció ante sus fans “estableceré una República representativa y verdaderamente popular”… ya encarrerado, insistió “que se vayan al diablo con sus instituciones”
Esos 12 años de frustración presidencial pues perdió ante el PRI de Peña Nieto, le sirvieron para profundizar su odio a lo oficial y agregó lo privado.
En su telaraña mental pensó y actuó con la idea de que sus derrotas ente el panista y priista había sido un compló de funcionarios públicos, electorales, empresarios, millonarios, intelectuales, etc. a quienes bautizó con el nombre de la Mafia del Poder, los primeros y Delincuentes de Cuello Blanco, los segundos; elementos que utilizó como “bandera politiquera” en sus periplos nacionales, internacionales, eventos, entrevistas, masivos, multitudinarios para buscar compasión, deshonrar a instituciones públicas y sembrar odios en contra de los empresarios, banqueros, inversionistas, industriales mexicanos.
Pero no sólo fueron discursos, boletines, declaraciones, videos, cápsulas informativas, para denostar a quienes su tenebroso cerebro culpó de la derrota. No. En 2010, ¿escribió?… lo dudo, seguro alguien redactó, él sólo prestó su nombre, el libro “La mafia que se adueñó de México” en donde relata la forma, según el escritor, de cómo los dueños del dinero se coludieron con el PRIAN para impedir que llegara por segunda vez a Los Pinos.
En las páginas detalla y sostiene que 30 personajes de la vida política, empresarial y tecnócrata se juntaron para formar el bloque de mafiosos y delincuentes millonarios, que impidieron la llegada a la Presidencia de México de un político honesto, transparente, popular e íntegro (jajajajaja).
Expone que fueron 16 empresarios, 11 políticos y 3 tecnócratas, encabezados por el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, “son los multimillonarios de México que aparecen en la Revista FORBES”, acusa,
Sostiene que la Mafia del Poder fue fundada por otro ex presidente, Miguel de la Madrid Hurtado, y profundizó Salinas de Gortari cuando ambos vendieron empresas estatales a millonarios cercanos a ellos.
Para la visión reaccionaria del libro, la Mafia del Poder está integrada por Carlos Slim, Ricardo Salinas Pliego, Emilio Azcárraga Jean, Alberto Bailléres, Carlos Peralta, Jerónimo Arango, entre otros.
Bueno… doce años después, esas acusaciones, insultos, denostaciones, improperios, la Transformación de 4ª, o sea, Andrés Manuel López Obrador, recula, hoy son sus miguis, miguis, sus amigos ¡Ooorale! incluso los visita en su casa, casi casi comen en el mismo plato.
Para el poeta británico Alexander Pope, la frase “rectificar es de sabios”, no aplica en este caso porque el eterno odio del señor López a los mafiosos de cuello blanco es real, consuetudinario, arraigado en su Ser; pero por conveniencia, no por convicción hoy simula cercanía, distinción, deferencia. Para él siguen siendo traidores a México, por el hecho –según su tenebroso cerebro- de que no lo “dejaron” llegar a la Silla del Águila, en 2006 y 2012.
Tan es así, corruptos o no, nunca lo ha comprobado, que desde la presidencia electa amenazó con echar atrás la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México, pese a que los empresarios (delincuentes de cuello blanco) ya habían invertido millones de dólares y las obras tenían avance de 20 por ciento. Su soberbia, arrogancia, insensatez y prepotencia se impuso, deshizo el proyecto en donde se perderá más dinero que si hubiesen continuado los trabajos, con daño patrimonial al país (se conoce este hecho como el Fobaproa de El Peje), lo que demuestra que su acercamiento con el sector privado es mentira.
Bien… todo este preámbulo da pauta para mostrar la incongruencia, pero confirmación de que para López Obrador, las instituciones siguen estando en la línea rumbo al diablo (2006), ¡vamos!, no respeta a las instancias que el coordina.
¿Por qué? bueno la semana pasada estuvo de visita secreta en México el yerno y asesor del Presidente norteamericano Donald Trump, Jared Pushner, esto de suyo no es indigno, lo reprochable, ilegal e inmoral, por la investidura presidencial, es que López se reunió en privado, bajo mucha sospecha, en un domicilio particular. Si hubiese sido en el propio, en el del canciller o del cónsul de México en Washington, lo daríamos por bueno.
Pero resulta que AMLO y Pushner platicaron en lo oscurito en la casa de Leopoldo Gómez, ¿y quién es ese señor: un funcionario de la cancillería, el asesor internacional de López, el particular de Ebrard? No. Es nada menos que el Vicepresidente de Noticieros de TELEVISA, tercer hombre más importante de la empresa privada (delincuentes de cuello blanco)
Una violación más al protocolo internacional es que al encabezar una reunión de este tipo, con el personero del presidente antimexicano Trump, el conciliábulo debió ser abierto, con cobertura mediática (como sus mañaneras), pero no, tal decisión ignoró a tres dependencias relacionadas directamente con el visitante: Senado, Cancillería y Secretaría de Economía, a las que literalmente “mandó al diablo” (2006) Motu propio involucró a un particular en Asunto de Estado y me atrevo a calificar de Seguridad Nacional, por el invitado y a quien representa.
¡¡Qué demonios tenía que estar presente y ser anfitrión un particular, que forma parte de la Delincuencia de Cuello Blanco, calificada así por López, siendo que Leopoldo Gómez, es un subordinado de Emilio Azcárraga Jean, a quien El Peje en su libro clasificó como delincuente y mafioso. ¿Qué habrá escuchado Gómez, que 126 millones de mexicanos no sabemos? Seguro ya lo contó a su Jefe, Emilio. Indigna actitud de Andrés Manuel.
Cuando los medios no afines a Morena descubrieron el engaño, no le quedó de otra que tratar de justificar la torpeza: “me reuní ahí porque es un amigo (o sea, ser amigo de un delincuente de cuello blanco, lo convierte en…) y más adelante me podré reunir en casa de un periodista (no Fifí), de un campesino –aquí cabe la frase popular de “a justificación no pedida, culpabilidad manifiesta”- porque fue una reunión amistosa”
Otra mentira más. Ante la insistencia de los reporteros, tuvo que dar versión diferente: “acordamos planes de inversión por 10 mil millones de dólares. Sobre las caravanas de migrantes, el muro de Trump, los indocumentados mexicanos”… Entonces, Andrés, fue amistosa u oficial, porque esos temas son de interés nacional, oficiales y debieron tratarse en escenario gubernamental (Palacio Nacional, Cancillería, Gobernación, Economía), sin la presencia de un particular. Gómez ilegalmente usurpó funciones y cargo público, que debe ser penado conforme a Derecho.
Lamentablemente el Senado, que es otro Poder del Pacto Federal, es omiso, pasivo, tolerante a una decisión unilateral, aunque sea el Presidente, pues debe cumplir un protocolo legal y diplomático, porque el visitante tiene cargo y representación de un mandatario extranjero.
Ahora, la obligación de la Cámara Alta es emitir un extrañamiento y/o recomendación pública al inquilino de Palacio Nacional, por violar el protocolo e ignorar a varias dependencias (según los temas conversados). Lo hace o se convierte en cómplice, omiso y sumiso de otro Poder, el Ejecutivo.
Si el Senado no pone freno a los deslices de López Obrador, confirmará lo que intuimos, nos dejan ver, asumimos: la ruptura de la independencia, soberanía, y la sumisión del Poder Legislativo al Ejecutivo, que quebranta la democracia republicana, que tanto alharaquea López Obrador… No me sorprende de Ebrard, porque es tan mediocre que lo hacen como quieren.
*Miembro de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión (ANPERT) y de Comunicadores por la Unidad (CxU)