Por Rubén Tatemura Lombardo
Coyoacan, Ciudad de México, (RTL). – El japonés Yasuaki Yamashita tenía sólo seis años de edad cuando vivió en carne propia los estragos del lanzamiento de la bomba nuclear que destruyó la ciudad de Nagasaki en 1945 (Estados Unidos lanzó otra en Hiroshima). Hoy, con 82 años de vida es un embajador por la paz que clama a la humanidad por el desarme nuclear.
Invitado de honor en la Feria Internacional del Libro de Coyoacán 2025, Yamashita compartió con los asistentes diversas experiencias de su vida a partir de aquel acontecimiento que estremeció al mundo y en particular al pueblo japonés y con el cual prácticamente concluyó la Segunda Guerra Mundial.
Impartida en el foro Haruki Murakami, nombrado así en honor del célebre escritor nipón, quien ha recibido diversos premios, entre ellos el Hans Christian Andersen de Literatura (2016) y el Princesa de Asturias de las Letras en 2023 por trabajos literarios como “Tokio Blues”, “Kafka en la orilla”, “1Q84”, “De qué hablo cuando hablo de correr” y “Los años de peregrinación del chico sin color”, entre muchos otros, el habitante de nuestro país desde hace más de medio siglo expuso todas sus vivencias en un español muy claro.
Yamashita jugaba con su hermana cuando las autoridades de Nagasaki encendieron las sirenas que anunciaban qué un avión enemigo se aproximaba a la ciudad. Su madre los llamó para que se metieran todos al refugio especial y a punto de entrar a él alcanzaron a escuchar el estruendo y a ver el enorme destello de la bomba atomica, así como vieron volar gran cantidad de objetos, sin saber los efectos destructivos qué causaría en Nagasaki.
Años después, ya en su juventud, empezó a ver los efectos de la radiación pues ingresó a trabajar a un hospital y atendió a muchos compatriotas qué ingresaron por estar enfermos de cáncer, principalmente leucemia o con deformaciones. Al poco tiempo él también experimentó afectaciones en su salud y fue hasta ese momento que reveló a los médicos que lo atendieron qué él era un sobreviviente de la bomba atómica de Nagasaki.
Él, al igual que muchos de sus compatriotas qué lograron salvar la vida a aquel hecho cruel, empezó sufrir discriminación por parte de la gente de su propio país pues había la creencia de que podrían enfermar si tenían contacto con alguna de esas personas. Tristemente vio como una gran cantidad de personas, entre ellas una inmensa mayoría mujeres terminaron por quitarse la vida, pues no recibían oportunidad de trabajar en ningún lado.
En 1968 recibió una oferta laboral que no rechazó y viajó a México con el objetivo de reiniciar su vida. Vino a nuestro país a una oficina de prensa para la cobertura de los Juegos Olímpicos de México 1968 y se quedó a vivir aquí pues desde su llegada recibió muchas muestras de amor de ciudadanos mexicanos.
Ya en nuestro país mantuvo en secreto su condición de sobreviviente de la bomba atómica, pero hace algunos años experimentó alteraciones en su salud, baja de presión, vómito con sangre, debilidad general y al hacerle los médicos mexicanos preguntas de diversa indole decidió revelar su condición. En alguno de los exámenes a los que fue sometido su estómago lucia como si alguien le hubiese hecho una serie de rasguños, similar a lo que otras personas sobrevivientes a la bomba atómica también presentaron años atrás.
En 2019, Yamashita, quien a escasas personas reveló que es un sobreviviente, recibió una llamada del hijo de uno de los médicos que lo había atendido en nuestro país, quien le dijo que sabía de su estado y lo invitó a que impartiera una charla a estudiantes del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores campus Querétaro. Al principio se rehuso pues el sólo hecho de recordar todo lo vivido en su infancia y juventud le traía mucho dolor y tristeza, pero el joven lo convenció al decirle que todas sus vivencias eran muy importantes y debía compartirlas. Yamashita indicó entonces que fue complicado platicar lo sucedido, pero que ya muy cerca del final de su relato ante los estudiantes sintió un alivio enorme y se le deshizo el nudo que se le había hecho en la garganta y decidió que a partir de contaría lo vivido como una catarsis y empezó una cruzada por la paz mundial.
En relato hecho sin necesidad de algún intérprete qué tradujera sus ideas – en 1968 cuando decidió quedarse a vivir a México tomó clases especiales de español- señaló que tras aquel encuentro donde dio a conocer sus vivencias, sintió un amor enorme por lo que vivió y dejó atrás cualquier sentimiento de odio hacia quienes causaron todo ese daño al pueblo japonés.
invitó entonces a los presentes a que hagan cada uno a su manera una cruzada para convencer a los gobiernos de todos los países que tienen armas nucleares instaladas a que desistan de usarlas pues el daño que pueden causar a la humanidad es terrible. Citó que hoy en día diversos gobiernos tienen más de tres mil 600 armas nucleares instaladas en diversos puntos del planeta Tierra y que es muy importante convencer a los países que las tienen listas para activarlas que no lo hagan por el bien de la humanidad.
Yasuaki Yamashita el sobreviviente, el embajador por la paz, se despidió entre aplausos de su participación en la Feria Internacional del Libro de Coyoacán 2025 y con varias caravanas usuales de los japoneses.
Antes de irse, las autoridades de la FILCO 2025 le entregaron una estatua en bronce con la figura de la pintora mexicana Frida Kahlo y lo nombraron Huésped Distinguido de la Feria.