Por: Vladimir Galeana Solórzano
Christian Legarde, Directora del Fondo Monetario Internacional, hizo una rápida visita al país y hablo de muchas cosas, sobre todo en el Senado de la República donde advirtió que el crecimiento del país en las últimas décadas no ha sido el óptimo para alcanzar a reducir esa maldita pobreza que se ha adueñado de la mayor parte de los mexicanos. También señaló que un incremento en el grado de igualdad puede contribuir a reforzar el crecimiento económico para la obtención de mejores condiciones de vida para sectores desprotegidos.
Lo mejor de su visita fue cuando aseguró que hay muchas razones para que seamos optimistas en el propósito de reducir la pobreza que ha sido nuestro mal fario desde que decidimos convertirnos en una nación independiente. También tuvo palabras de elogio para el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, quien una vez más aseguró que quiere reducir esa pobreza, y que hay muchas razones para ser optimistas, aunque no todo mundo esté contento con su programa general.
Claro está que las palabras de Legarde estaban alimentadas por la cortesía que caracteriza a quienes dirigen organismos multilaterales tan importantes para los gobiernos de todas las regiones del orbe, y a quienes se busca convencer de la adopción de medidas tendientes a la disminución de la pobreza, uno de los rubros más importantes para este país que sigue manteniendo en niveles de precariedad a cerca de treinta millones de hombres y mujeres de todas las regiones del país.
Y claro que a muchos no les gusto cuando acudió al Senado de la República durante la sesión de la Comisión Permanente, porque destacó los logros alcanzados desde su visita en el 2014, gracias a las reformas estructurales que impulsaron el acceso a servicios financieros, aunque también mencionó que la pobreza es todavía un reto al que hay que poner mucha atención. Este tipo de citas levanto escozor entre los congresistas de la mayoría parlamentaria del Movimiento de Regeneración Nacional.
Otra de sus principales afirmaciones fue que la corrupción y el crimen no apoyan el crecimiento sustentable, y esto origina un brutal problema, por lo que se requiere mayor inclusión financiera para los estratos más bajos de la sociedad. Ojalá el Presidente y sus principales asesores en materia económica, que por cierto no son muchos, entiendan que en función de que logremos una mejor distribución del ingreso, y no con dádivas, es como les otorgaremos la posibilidad de insertarse en la modernidad financiera.
El único problema es que el Presidente de la República nunca ha creído en las bondades de los organismos financieros internacionales, y eso será uno de los motivos por los que pudiera buscar el aislamiento en el probable caso de que su proyecto político fracase. Ese camino ya fue recorrido por Venezuela y los países del cono sur del Continente, y hasta ahora los resultados son harto desastrosos. El empecinamiento de López Obrador por mantener la tónica populista pudiera provocar el siguiente desastre financiero de este país.
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