María Esther Beltrán Martínez Fotos: J.Carlos Santana
Andalucía, España.- El Museo Carmen Thyssen Málaga presenta medio centenar de obras en la exposición La furia del color. Francisco Iturrino (1864-1924). Artista español renovador singular de la plástica española de la primera década del siglo XX, introdujo una nueva manera de interpretar la figura femenina en relación con la Naturaleza, coherente con la corriente internacional.
“Aportó una visión distinta de los temas tradicionales, con una pintura gozosa y vitalista, y lo hizo desde un tratamiento técnico que mostraba recursos novedoso, con una pincelada líquida, alargada y gestual y una cromática intensa y exaltada su obra supuso la fusión de elementos heredados de maestros del postimpresionismo con la aventura regionalista. En la temática escogida, mostró un paralelismo con su tiempo. Cuando Iturrino comenzó a pintar, hacia 1982, confluye en el ámbito internacional un gusto por este asunto. En otros aspectos tuvo una estrecha vecindad con el fauvismo, llegando a ser considerado un precursor del mismo, pero Iturrino, nómada de espiritu viajero incansable realizó su obra en soledad”, explica la curadora de la exposición Lourdes Moreno.
Agrega que nacido en Santander en 1864, pero vasco de adopción, a pesar del gusto artístico de la burguesía local e Bilbao no optó por la temática realista y rural en torno al caserío o de arrantzales y remeros, a la manera Anselmo Guinea o Manuel Lozada; tampoco se vinculó al compromiso social de autores como Adolfo Guiard. Su aportación fue otra, desde una perspectiva más radical e innovadora.
Recibió una formación cosmopolita e internacional. Estudió en Bélgica y trabajó en París y recorrió de forma intensa toda la geografía española, expuso con Picasso y pintó mano a mano con Matisse y fue uno de los artistas españoles de su tiem`po que trabajo con mayor libertad en sus obras. Rindió culto al color y estuvo cercano a miembros del grupo fauvista, pero Iturrino fue un creador que mantuvo una clara independencia estilística y vital. Un autor de compleja clasificación, entonces y ahora.
Sin duda alguna, la exposición revisa una perspectiva inédita, la pintura de Iturrino. La muestra ahonda en la reivindicación de su arte, destacando el carácter marcadamente personal de su obra, pero sobre todo las numerosas influencias e intercambios con el poliédrico contexto nacional y europeo de su tiempo, que le sitúa en una renovadora corriente internacional de exaltación del color como elemento expresivo y compositivo.
Junto con los mejores lienzos de Iturrino se muestran obras de otros doce artistas, entre los que se encuentran Matisse, Derain, Maurice de Vlaminck, Zuloaga, Anglada- Camarasa, Regoyos, Nonell, Juan de Echevarría, Vázquez Díaz, Ismael Smith, Fernando de Amárica y Manuel Ortiz de Zárate.
Se exhibe un retrato que le hizo en 1914 su amigo André Derain, uno de los iniciadores del fauvismo, abre la exposición La furia del color, ilustrando las conexiones que Iturrino estableció en París con los protagonistas de las corrientes renovadoras del arte de su tiempo, y que en esta muestra se presentan como fundamentales para su pintura.
Moreno enfatiza que todas las amistades del pintor entre las que se incluyen los principales protagonistas de las vanguardias de comienzos del siglo XX o literatos como Unamuno y Gómez de la Serna, y sus puntos de encuentro muestran, en definitiva, que Iturrino, pese a su absoluta singularidad den la España de su tiempo, no fue un artista aislado o al margen de las grandes corrientes pictóricas.
En la inauguración de la exposición se contó con familiares del artista entre los que se encuentra su nieto.