GCDMX quiere someter a Uber y Cabify a su burocracia e interés

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Manda golpear y dañar a automóviles de este digno servicio

Luis Repper

¿Por qué tanto brinco, si está el suelo tan parejo? diría el clásico de la colonia. La Ciudad de México tiene espacio, lugar y oportunidades para todos; siempre y cuando desde luego, quien ofrezca un servicio digno, honesto, seguro, de calidad y con operadores limpios, decentes, amables y serviciales. Lo malo, insisto, en la CDMX, es que todo se politiza, se privilegia a los grupos de choque, los brazos armados del poder, en beneficio personal, de futurismo y de “compromisos” con malandrines.

Tal es el caso de la disputa por los pasajeros y/o usuarios de taxis, entre la mafia favorecida por el gobierno capitalino, los taxistas concesionados y los piratas (léase “Panteras”) del otrora poderoso, Armando Quintero Martínez, ex Secretario de Transportes y Vialidad del GDF, contra los operadores de 2 compañías privadas de APP, conocidas como Uber y Cabify, que a decir de más del 90 por ciento de usuarios consultados, prefieren este servicio, antes de subirse a una destartalada unidad de taxi concesionario.

Este grupo de malos servidores públicos (taxistas) vieron como su “mina de oro” se les cayó cuando sus similares con automóviles nuevos, limpios, sin golpes, con choferes aseados, bienolorosos, decentes, que incluso abren la puerta del pasajero, y sobre todo con seguridad en el traslado, ganaron terreno y el cliente a través de una APP, solicita el traslado, no pagando en efectivo, sino a través de tarjeta de crédito o débito, su moverá sin el riesgo de ser asaltado por el taxistas o a través de un complot, con un séquito de mafiosos, en un punto determinado de la ruta.

Aunque, déjenme les digo, esta actividad no es nueva, ha existido desde siempre a través servicios ejecutivos de taxi, que llegan hasta el domicilio u oficina del solicitante, por una llamada telefónica. Qué decir, de los autos de alquiler turísticos, que aunque su base está en las puertas de hoteles, también por la telefonía atienden solicitudes de servicio, y nunca se habían presentado conflictos por el “pasaje” Sin embargo, ante el pestilente, inseguro, transa, incomodo, inmundo y la descortesía de los taxistas concesionados, que llegan a vestir camisetas sin mangas, bermudas, tenis, taxímetros alterados, automóviles viejos, golpeados y sucios, los usuarios decidieron –porque es una realidad- pagar un poco más por el traslado, que arriesgarse a sufrir un atentado en ese denigrante vehículo.

Es tal el éxito del servicio de Uber y Cabify, que las autoridades del gobierno de Miguel Ángel Mancera, sacaron raja económica y hasta política, y ahora obligarán a estas empresas a sujetarse a un Reglamento de la Secretaría de Movilidad –de su transa titular Héctor Serrano Cortés, que de esto sabe muchísimo), sometiéndolos a regularizarse, no por un dictamen oficial, sino por la presión de sus grupos de choque (taxistas piratas, concesionados, tolerados) lo que podría prostituir el hasta ahora inmejorable servicio de taxis vía APP.

Tanto Jefe de Gobierno, como su “operador” político, Serrano Cortés, vieron en las aplicaciones otra “mina de oro”, con miras al 2018, necesitan dinero, para su pretensa intención de llegar a la candidatura presidencial, y la mejor manera es simulando una regulación de Uber y Cabify, para “taparle el ojo al macho”.

Sin embargo, estos eficientes trabajadores aceptaron las “disposiciones oficiales” y se sujetarán a al reglamento engañoso de la Semovi, sin embargo tienen un compromiso ético y moral, de no dejar de prestar el servicio con la misma y superior calidad como lo hacen ahora.

Ya Héctor Serrano mostró el brazo gansteril que le caracteriza, al ordenar en días pasados a un mafioso grupo de choque –de los que acostumbra regentear como vendedores ambulantes, toreros, callejeros, piratas, semifijos, taxistas piratas, informales, tolerados, “panteras”, etc.) golpear, destruir, inutilizar varias automóviles de Uber y Cabify, en las inmediaciones del Aeropuerto de la CDMX, enviando el mensaje de “si no se alinean, les irá peor”; sin embargo, los honestos y decentes operadores de ambas empresas, “aguantaron vara” y se quedaron con los daños infringidos a sus unidades, para no caer en la malévolo y malsono juego de Serrano y corifeos, que trabajan en el Antiguo Edificio del Ayuntamiento, en el Zócalo.

Qué lamentable, que las propias autoridades capitalinas Jefatura de Gobierno, Semovi, Secretaría de Gobierno, PGJDF, SSP, Secretaría Particular del GCDMA, patrocinen, auspicien, permitan estas agresiones en contra de quienes ofrecen un servicio diferente, decente, honesto, seguro, limpio, digno, en aras de mantener sus grupos de choque y/o brazo armado escondido como taxistas concesionados, piratas, tolerados, etc.

Pero, señor Mancera, la sociedad ya dio su veredicto, y aprobó que las empresas de taxis a través de aplicaciones de la Web, ofrezcan el servicio, aunque usted y su séquito reúse su operatividad. Insisto esta maravillosa Ciudad tiene espacio para todos, pero cuando los intereses personales, políticos, económicos y de poder están por encima de la vocación de servicio, este es el resultado: inutilizar, agredir, impedir, boicotear, un servicio que más del 85% de los usuarios (consultados) lo prefieren por honesto, limpio y seguro; cualidades que no aparecen en el diccionario de los servidores públicos (todos) del gobierno de la Ciudad de México.

Tan es así, que la Semovi, la de Héctor Serrano Cortés, tiene la peregrina –por no utilizar la palabra correcta- idea de rotular con la cromática oficial (rosa y blanco) los autos de las empresas privadas, ¿cómo, para qué?, seguro con la intención de demostrar “músculo” y decir que todos los taxis concesionados del DF, están alineados con el Sistema local, para cobrar, además de lo reglamentario, las cuotas de uso de suelo –en este caso de circulación- propias de las mafias y/o delincuencia organizada, para marcar su territorio y cotos de poder.

Lo importante en este escenario, es que ni Uber, ni Cabify, se amedrenten, se coludan o amafien como los “otros taxistas”, porque tienen casi el 95% de aceptación y apoyo de los usuarios cotidianos del servicio. No pueden caer en el juego perverso de la autoridad que quieren someterlos a sus intereses. Por ahora, han rebasado la línea delgada de la honestidad y transparencia. No se pueden permitir perder lo que por su esfuerzo y dignidad han logrado. Son un servicio exitoso, ejemplar, digno, ¡no cómo aquellos! Resistan a la tentación de la corrupción e impunidad.

Recuerden –desde luego lo saben- que el automóvil en que operan es suyo, no es alquilado a un vividor del servicio como Quintero Martínez y su hermano –líder de los “Pantera” y de las omisas, cómplices y coludidas autoridades de Movilidad de la CDMX, es su patrimonio, su instrumento digno para ganarse la vida honestamente, aunque en Valladolid y Álvaro Obregón, les pongan trabas, piedras en el camino y burocracia vil.

Resistan, hoy tienen el respaldo de la ciudadanía, tanto de los usuarios como de los capitalinos, quienes vemos una manera distinta, digna, honesta, incorruptible, segura, de un servicio necesario. El reto está echado, no hay vuelta atrás, son ustedes (Uber, Cabify) el parteaguas de una nueva manera de trabajar, alejados de la corrupción, impunidad, canibalismo y sometimiento de autoridades locales cuya meta es mantener privilegios, ganancias malhabidas, cotos de poder, sometimiento y aspiraciones transexenales.

Los capitalinos, que no las autoridades, aspiramos a tener cada día mejores servicios públicos, aunque el gobierno se resista a aceptarlo, como lo dije, Uber y Cabify, han dado el primer paso, el DF debe estar a la altura de París, Londres, Nueva York, Tokio, Australia, Suiza, entidades que ya operan este servicio vía APP, con gran éxito. Si el gobierno capitalino se sale con la suya de someterlos a su cromática, taxímetro e indignidad, como lo hace con los “otros taxistas” se habrá perdido la demostración de que los ciudadanos unidos, honestos y éticos, son más dignos y capaces que un gobierno, que inició en 2012 con una gran perspectiva y dignidad, pero que en sólo 3 años ha perdido más del 65% de credibilidad, confianza y certeza. Todo en aras de una malsana intención de pensar en 2018, cuando en tres años no ha podido con la eficiencia, vocación de servicio, compromiso social y confianza, que en 2012 le brindaron los electores en más de 62% de votos, como nunca candidato alguno había tenido en el país.

MAM, cambio ese tesoro, por un capricho presidencial. Hoy tiene su índice de confianza más abajo que las cloacas de la Ciudad.

*Miembro de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión (ANPERT)

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