Hay algo que nos inquieta respecto a nuestra condición humana actual: la falta de religación –de unión- con la naturaleza. Aunque tampoco es sencillo saber qué significa naturaleza cuando no hay tal relación.
En alguna parte de su magna obra, Aristóteles concluía que la naturaleza es el sistema de sustancias que llegan a ser y a realizarse de acuerdo con sus causas. Esta concatenación, por decirlo de manera más precisa, la relación recíproca indisoluble y permanente de todas las cosas, así como preestablecida a todos los seres vivos, retomaba el referente de la noción physis; es decir, de que existe algo sin lo cual las cosas o los seres vivos no existirían como realmente existen, una razón fundamental por la que se originan todas las cosas.
Siguiendo este orden de ideas, en cada cosa y ser vivo subyace algo que tiene en sí mismo su ser y sus cambios, enlazados entre sí en un conjunto de principios y orden preestablecidos.
Sin embargo, en nuestro presente resulta difícil apreciar este orden. La enajenación derivada de la modernidad y el apremio actual de la vida nos ha impedido contemplar incluso su belleza. Estamos más al tanto de las carencias emocionales de otras personas por medio de las redes sociales que conscientes de la naturaleza.
Al respecto, una manera idónea de acercarse, sensibilizarse, contemplar y religarse con la naturaleza es por medio de la cultivación de flora y vegetación. Por medio de la germinación de semillas, de la preparación de la tierra, de su fertilización; de la observación y seguimiento de los periodos vegetativos y de floración de las plantas.
En resolución, toda edificación de algún jardín vertical, azotea verde, huerto urbano o siquiera el cultivo de una flor nos vuelve a unir con la naturaleza.
Ciudad de México, abril de 2016.
Ernesto Aguilar Martínez
Greentools