A las tantas promesas incumplidas, el castigo a la salud de los pobres

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Gloria Brito Nájera

Las promesas de AMLO fueron muchas, pero lejos de cumplirlas y de resolver los muchos problemas que ya teníamos los mexicanos, en nuestra diaria realidad se agravan y nos hunden en una continua desesperación. La prometida prosperidad no acaba de llegar; la vida de bienestar que se nos dibujó durante la campaña electoral se desvanece y esfuma día a día. Aquí hablaré de algunos ejemplos:

Prometió bajar la gasolina y quitarle el llamado IEPS (Impuesto Especial sobre Producción y Servicios), que es entre todos los impuestos el más alto, de casi el 30%, pero lo que sufrimos es que la gasolina sigue subiendo.

Prometió que la economía crecería, y que el famoso “PIB” (Producto Interno Bruto o sea la riqueza en bienes y servicios creada en México por el trabajo y el capital de las empresas privadas), que se mide en puntos porcetuales alcanzaría hasta el 4% en el gobierno amlista, superior al insuficiente 2.5 % en promedio de los últimos sexenios. Sin embargo, muy  a pesar de esa importante promesa, todas las mediciones actuales de la economía del país son contundentes: nuestra economía retrocede sin lugar a dudas en los ocho meses transcurridos de poder obradorista. El vaticinio más racional es que en el mejor de los casos, rasguñará el uno por ciento en 2019, lo que quiere decir menos empleos, y en consecuencia, menos recursos del gobierno para atender las necesidades apremiantes de los cien millones de pobres que dicen las estadísticas serias somos en el país.

Se prometió que se acabaría con la violencia pero las cifras sobre las pavorosas muertes por violencia en el periodo transcurrido de López Obrador, son las más altas registradas en la historia del país después de la Revolución Mexicana.

Prometió en salud pública medicamentos suficientes de manera gratuita, más, ¡oh!, amarga decepción!, gracias a sus injustos y criminales recortes sin consulta de nadie, determinados arbitraria y personalmente por él dizque para acabar con la corrupción, en los dineros del pueblo destinados a hospitales, clínicas y centros de salud, no hay medicamentos, los aparatos clínicos para análisis o están descompuestos o simplemente no hay, falta personal, faltan médicos, no hay comida para los enfermos. Y sigue la cuenta pues desmantela a marchas forzadas Centros de Salud del Seguro Popular y el IMSS Prospera. Los que apenas sobreviven con su salario, no tienen para curarse medicamente males menores, mucho menos si se trata de un parto, cáncer, diabetes, males renales y las enfermedades que el pueblo de México sufre.

Blandiendo la bandera de la corrupción: se han hecho múltiples recortes financieros a los servicios básicos de la población y despedido a miles y miles de trabajadores del gobierno. ¿Qué vamos a hacer con tantos desempleados? ¿Qué va a ser de tantos enfermos regresados a sus casas sin atención? El problema crece como la espuma, nadie del gobierno morenista contesta estas preguntas. Nosotros estamos de acuerdo y apoyamos las medidas necesarias contra de la corrupción, pero es un grave desatino “tirar al niño con todo y bañera”.

Tenemos un gobierno que sufre de “alucinación invertida”: ahí está la realidad y no la ven, ni la quieren ver.  Un gobierno que justifica su ineficiencia culpando a sus predecesores, que se enoja y regaña si la sociedad reclama sus derechos y pide soluciones.

Y en la Ciudad de México, una Jefa de Gobierno, indiferente a los que le piden ser escuchados. La semana anterior el Movimiento Antorchista marchó sobre las avenidas de la metrópoli para solicitar que intervenga y no sean desmantelados varios Centros de Salud en alcaldías de esta capital, por el contrario, le pedimos que las habilite a través de la Secretaría de Salud de su administración; sin embargo, fiel a las costumbres de los gobiernos de MORENA, como si no hubiéramos manifestado nuestras peticiones,  apareció una vez  más la soberbia y arrogancia, igual que como en los gobiernos que le antecedieron.

Señores gobernantes bájense del trono, la historia no perdona. No está lejano el momento en que los desestimados, los desprotegidos, los que tienen hambre y viven agobiados por los problemas viviendo en la pobreza y en la miseria, pierdan la paciencia y se ocupen ellos mismos de resolver los problemas que ustedes ignoran. (Fotografía W Radio)

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