Por: Vladimir Galeana Solórzano
Sin lugar a dudas el bono democrático con el que llegó Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la Republica se está agotando de manera irreversible. No es lo mismo decir, criticar y ofrecer, que cumplir. Hasta ahora lo único que hemos visto en las conferencias mañaneras es un mandatario que busca marcar la agenda del país a base de ocurrencias y sin un proyecto definido de gobierno que establezca plazos y etapas en la realización de sus prioridades.
La cantaleta diaria para fustigar a los adversarios está entrando en agotamiento por la carencia de resultados, pero más que nada por las promesas y los proyectos vacíos que anuncia un día sí, y otro también, sin que presente programas viables y operables en el mediano y largo plazo. Hasta ahora la identidad del Gobierno Federal son los desatinos, la improvisación, la ineficiencia, el desconocimiento, y la mentira hecha dogma para revertir la preocupación que se presenta en amplios sectores productivos.
Los datos duros no se pueden ocultar, y la evidencia de que las cosas no van bien ha sido la pérdida de confianza en materia económica, y la incertidumbre en torno a la realización de los proyectos de infraestructura que realizará el propio Gobierno Federal, sin que exista un plan maestro viable y realizable en torno a la presunta construcción de una nueva refinería en Tabasco. Hasta ahora los especialistas han señalado la inutilidad de una obra de esta magnitud sin tener los estudios reales de su factibilidad.
Andrés Manuel López Obrador sigue operando de la misma forma como lo ha hecho en los últimos dieciocho años, a golpe de ocurrencias. Hasta hora no se visualiza una solidez tanto en proyectos de inversión de infraestructura como en programas de desarrollo regional de los que tanto habló y que pareciera quedaron en el cajón de los olvidos. La Construcción de un Aeropuerto en la Base Aérea de Santa Lucía no ha sido más que la muestra palpable de las ocurrencias de momento y el desprecio por el dinero invertido en lo que sería el aeropuerto Internacional de la Ciudad de México en Texcoco.
Si a ello sumamos que la calidad crediticia del país está a la baja, que la economía no despega, que la inversión gubernamental ha decrecido considerablemente, que las inversiones internacionales no llegan, que los desatinos gubernamentales le siguen impactando al bolsillo de los mexicanos, y que lanzar culpas todos los días a quienes quieren ver fracasar el proyecto del señor López Obrador, el anunció del desastre está a la vuelta de la esquina. Y eso que todavía no se inician las grandes obras.
Aeropuerto internacional, Refinería en Dos Bocas, Tren Maya, hijo de Napoleón Gómez Urrutia suplanta su identidad para engañar al Sistema de Administración Tributaria, su padre se roba el fondo minero de más de quinientos millones de pesos, y hace poco más de dos años la ex cuñada del ahora Presidente de la Republica desvió ochenta millones de pesos en Veracruz. Sin lugar a dudas la Cuarta Transformación sigue viento en popa, y aunque a muchos no les guste, el crimen organizado sigue en las estructuras de gobierno. Ha sido el clásico quítate tu para ponerme yo. O sea, simplemente cambiamos de ladrones. Al tiempo. [email protected]