Por: Sócrates A. Campos Lemus
Ahí, en la colonia Condesa, circulando por la av. Tamaulipas, se veía en la esquina un puesto que era visitado por una larga cola de compradores de las famosas “tortas de chilaquil”, sin duda una de las delicias que se dan en la capital, ahora, esa esquina está de luto porque la creadora de tan deliciosas tortas ha dejado de existir, dicen los clientes que por supuesto hay herederos y que están comprometidos para conservar el buen sabor y la calidad de esa esquina de las Tortas de Chilaquil, y cuando menos, hay esperanza.
Los que seguramente buscan la luz y la paz con algo de esperanzas son los más de treinta y un millones de norteamericanos que ahora, en pleno 2020 la pasan mal, peor, dicen, que cuando la gran depresión de 1929 porque han perdido sus empleos y cuando allá les da por estornudar, en México, tenemos males de muerte, así que hay que prepararnos para resistir, ya lo hemos logrado en mucho, pero hay que resistir porque al final de cuentas siempre, digan lo que digan, hemos resistido para sobrevivir y hay esperanzas y experiencias en poderlo lograr.
Y a pesar de que no se ha investigado lo que sucederá en los días que vienen, por ejemplo, podremos decir que más de 18 millones de mexicanos que alquilan sus viviendas están desesperados porque una enorme mayoría ya no recibe ingresos y los pueden lanzar de sus casas, los estudios señalan que en las condiciones actuales se aumentarán las rentas y será mucho más difícil poder comprar las viviendas.
Creo que este tipo de angustias generarán mucho rencor y enojo, miedos, recuerdo que en mis años de niño, cada quincena, cuando llegaba mi padre a darle los salarios a mi madre, ella, organizada, ponía primero en un sobre el dinero para pagar la renta, la luz, los créditos y la comida, y era prioridad porque vivíamos, además, en una vecindad donde la “maravilla” era que tenía “rentas congeladas”, y así existía angustia porque no pagar significaría pleitos y desalojos, estos miedos los vivimos, los sufrimos y por ello podremos entender los miedos y angustian de esos millones de mexicanos que ahora sufren por no tener dinero para pagar las rentas…
Millones de pobres en México saben lo que es la pobreza y el no tener recursos para lo indispensable y de cómo se deben repartir y consolidar los recursos para sobrevivir, las clases medias por lo general completan los recursos con los préstamos o los créditos y se la viven pagando las mensualidades para tener algo más que, a veces, ni siquiera necesitan. El consumismo es brutal, he conocido a muchos que cada temporada cambian guardarropa con el pretexto de que hay que estar presentable y todo lo ven por el exterior y no por el interior, así se van de “vacaciones” pagando por meses esos días de “descanso” que solamente presumen en sus redes y cuentan como si en realidad hicieran un enorme descubrimiento y lograran algo más de felicidad. Hablan muchos de los vinos y comidas cuando no son lo real del día a día, muchos comentan sobre precios y calidades de los vinos como si fueran expertos y todo es para presumir, porque al final de cuentas el mejor vino es el que le gusta a uno y los expertos son muy pocos para calar la calidad de los vinos, por ello, cuando escuchamos ahora a muchos “expertos” en los sabores del mezcal o las calidades de los tequilas y toda esa palabrería que hay en torno a la presumida, pues nos reímos y recordamos los sabores de la Clayudas de la esquina, que en las noches montan los puestos y comienzan a asar el tasajo y prepara las tortillas y pensamos en que ahí, en verdad, es el sabor y el olor de lo nuestro, sencillo, barato y delicioso. Es increíble, pero conozco un lugar donde se consumen cuando menos 100 kilos de tasajo cada noche y si pensamos en que una Clayuda lleva un promedio de cien gramos de tasajo, pues se comercializan cuando menos mil Clayudas de tasajo diariamente, pero faltan las sencillas y las de chorizo, y claro, las dueñas que todas las noches se fajan dando sus servicios pues cuando uno las ve se sorprende de que tengan vehículos de lujo y ahora se “rocen” con lo granado de la sociedad, bueno, así es el nivel de los clase medieros que piensan que andar con otros “ricachones” pues les da nivel y mejora su estilo. Hoy ,sin duda, muchos extrañan ese lugar y las dueñas extrañarán sus ingresos y las historias que van escuchando todas las noches en su puesto.
Y por vez primera es curioso que muchos hablen de lo que se extrañan los empleos, claro que se oculta que se requieren los ingresos, pero hablan más de los empleos que del dinero y es que los días de encierro nos hacen valorar lo que tenemos y extrañar lo que nos permite sobrevivir y crear y dar satisfacción a lo que hacemos, entendemos la importancia de contar con un empleo cuando lo perdemos y es tiempo de que además entendamos que no es para pasar el tiempo haciendo “como que nos pagan, para hacer como que trabajamos”, sino que debemos entender que la calidad en el tiempo y en la creación de lo que hacemos ,nos permite reconocernos y valorarnos, y por tanto, cada vez, tenemos que ser mejores en todo lo que hacemos.
Hace algunos días escuchaba una historia de un joven al que su abuelo de daba un viejo reloj de leontina de oro, hermosa pieza y de valor, le dijo que fuera a ver cuánto le daba el relojero de la esquina por él y el jovencito llegó a decirle a su abuelo que solamente le daba cien pesos porque era una vieja pieza, entonces, el abuelo le pidió que fuera con el señor del empeño y regresó el joven diciendo que este solamente daba setenta pesos alegando que a pesar de que funcionaba era un viejo reloj, y después, el abuelo le dijo que fuera con el director del museo de antigüedades y el joven llegó emocionado diciendo que este le había dicho que era un reloj muy valioso que podía alcanzar un valor de más de un millón porque era una pieza única. Entonces, el sabio abuelo le dijo a joven: “ya vez, cuando uno no se valora y pregunta a los que no saben, tampoco te valoran y te pagan miserias, pero cundo uno investiga y conoce su valor llega con el que en verdad sabe y valora lo que uno tiene y paga muy bien, así es la vida, hay que tener conciencia de su valor para que a uno le paguen lo que vale y de lo que en verdad tiene uno de valor, ese es el sentido de la vida… (Fotografía revista El Hospital)