Daniel Osorio García
El agua es el recurso más valioso que tenemos, y podría terminarse en unos cuantos años. De acuerdo con especialistas en el tema hídrico, México enfrenta una gran crisis de agua, por lo que han alertado al Gobierno y a la misma población sobre la inminente crisis que se avecina que, sin duda, afectará a millones de mexicanos del centro y norte del país, debido a la escasez del vital líquido.
La escasez ha alcanzado su máximo nivel y traerá consecuencias muy graves a la población si no se toman medidas urgentes, que en el último de los casos podría concluir en la falta total del agua.
A esta situación hemos llegado con los Gobiernos de la 4T: no atendieron las verdaderas necesidades de los mexicanos y tampoco han resuelto los desafíos tan grandes como contrarrestar la escasez de agua potable.
La magnitud del problema que se avecina es colosal, la inminente crisis hídrica evidencia una realidad que se extiende más allá del centro del país, desde la Zona Metropolitana del Valle de México, que tan sólo en la Ciudad de México, en sus dieciséis alcaldías, la afectación asciende a poco más de nueve millones de ciudadanos, de los cuales miles viven en condiciones infrahumanas, muy por debajo de lo que un ser humano merece. Está en juego la estabilidad social, el desarrollo económico en México y, desde luego, la sobrevivencia de animales, plantas y seres humanos.
Mucho pero mucho de este problema se hubiera resarcido si los Gobiernos federales de los últimos cuatro o cinco sexenios, tomaran medidas en el tema hídrico, cuando estaba reciente el llamado de advertencia de los especialistas que predijeron la catástrofe que podría ocurrir en un futuro no muy lejano, ahora estamos pagando las consecuencias; esa luz de advertencia se tornó en color rojo.
El Sistema Cutzamala, crucial para el abastecimiento de agua en el Valle de México, ya muestra signos de insuficiencia. La advertencia de alcanzar el “Día Cero” el 26 de junio subraya la inminencia de una crisis hídrica, debido al cambio climático que envuelve a todo el planeta.
El golpe es cada vez más fuerte; las recientes olas de calor y la falta de precipitaciones anticipan lo peor en la historia de México. La atención urgente y acciones concretas se vuelven indispensables para enfrentar esta creciente amenaza.
Pero para el presidente de la “Cuarta Transformación”, Andrés Manuel López Obrador, “la situación está controlada; no hay de qué alarmarse”. Como siempre, el mandatario tiene otros datos; su ceguera de poder lo ha transformado en un político autoritario y necio, recalcitrante, que no escucha y se abalanza con todo el poder del Estado para perseguir y difamar a todos aquellos que lo contradigan.
Lamentablemente, a AMLO le importan un comino las advertencias de especialistas y científicos sobre los desatinos y errores que ha cometido en el transcurso de su sexenio, y de los terribles acontecimientos que van a ocurrir si no toma medidas a tiempo, como lo es el desabasto del vital líquido, al contrario, el inquilino de Palacio Nacional, usa los escenarios para desmentir públicamente otro más de sus fracasos, intentando tapar el sol con un dedo.
La política de oídos sordos de López Obrador, va más allá de la realidad a la que nos enfrentamos, de la que somos todavía víctimas y que pudo haber cambiado, aunque sea un poco, si se gobernara de manera diferente.
De inclinar la balanza más hacia los pobres y el progreso del país, eso estaría sucediendo si en verdad tuviéramos a un verdadero Gobierno del pueblo, pero no: el pusilánime que tenemos no sabe calcular el tamaño del problema y las consecuencias que traerá a millones de mexicanos, porque se sigue resistiendo a destinar cientos de millones de pesos que se requieren para resolver y evitar la catástrofe que nos amenaza si nos llegara a faltar el agua.
Pero con este Gobierno morenista no habrá progreso; las promesas de cambio se disipan como agua en las manos y el anhelo de progreso de los mexicanos sigue siendo una demanda enarbolada.
Las estadísticas oficiales contradicen lo dicho con los hechos; hoy hay más pobres que hace cinco años, cuando López Obrador tomó el poder de la nación.
A esta situación hemos llegado con los Gobiernos de la 4T: no atendieron las verdaderas necesidades de los mexicanos y tampoco han resuelto los desafíos tan grandes como contrarrestar la escasez de agua potable que todo ciudadano debe tener garantizado porque es, además, un derecho universal.
Lastimosamente, este Gobierno no escucha y no ve lo que ocurre en el país: ha derrochado miles de millones de pesos del presupuesto nacional en obras superfluas como el Tren Maya, la Refinería de Dos Bocas y el Aeropuerto de Santa Lucía; ninguna de las cuales son de gran utilidad y aún seguirán erogando importantes tajadas del dinero del pueblo que debía estar destinado a mejores causas como la salud de los mexicanos y la pobreza que no han resuelto para nada los programas sociales de regalar dinero para comprar votos.
Si no hacemos algo al respecto para cambiar nuestra suerte, López Obrador y su partido no lo harán por nosotros y tampoco lo hará su probable sucesor, porque al parecer el presidente en turno, ya entregó a Claudia Sheinbaum la libreta de dictados que tiene que seguir al pie de la letra en los próximos seis años si llegara a ganar la presidencia de la república y lo hará sin rechistar, lo que significa que vamos a seguir sufriendo, pero ahora con conocimiento de causa, porque no se va a abandonar la política fallida llamada “Cuarta Transformación”.
Los mexicanos necesitamos levantarnos, ponernos de pie y luchar el tiempo que sea necesario hasta lograr en un tiempo no muy lejano, la verdadera transformación que nuestra patria necesita. Necesitamos sacudirnos e ignorar los cantos de sirena que nos está conduciendo hacia un laberinto sin salida; no permitamos que nos sigan endulzando el oído a cambio de que nos condenen a seguir viviendo en la pobreza, desempleo e inseguridad y a nunca acceder a servicios básicos del que ahora nos están privando como es el agua potable. Conste.
